domingo, 29 de marzo de 2009

De Invián... Para Invián (Segunda Parte)

Hundiré con la yema de mis dedos, tus bellos ojos hasta derribarlos de su órbita; ya muchas veces en mi vida he esperado tu llegada de muchos modos y hasta a veces sin respuesta, pero esta vez, es diferente, tome una frazada vieja y aguarde en el piso de la habitación al pie de la ventana para poder oírte llegar.
Estuve a punto de arrepentirme, de recorrer mis pasos hacia atrás, pero ya era demasiado tarde. Al escuchar el motor de tu auto y el sonido de tus llaves abriendo la puerta, un sudor recorrió mi espalda helándome hasta los huesos.
Mi bello Invián tus ojos se abrirán de lado a lado al encontrar la cena lista, me llamarás por mi nombre, gritando con tu acostumbrada voz enérgica y rasposa, como quien busca una victima para hacerle daño.
Solo me bastó una vez, para mirar tus ojos y quedarme hundida en el placer de darte gusto, jamás olvidare tu magnifica sonrisa que lograba arrebatarme la seguridad al que la mirara, jamás podre borrar de mi memoria el calor de tu cuerpo al abrazarme, y me asegurare de nunca olvidar la manera en que estrujas mi alma para hacerla añicos.
La cena aun esta caliente y, sin despertar sospecha, te acompañare en la mesa, hare comentarios poco importantes para oírte hablar. Invián de mi corazón, sé, que terminaras irritado y trataras de callarme con una bofetada, y ¿sabes?... la aceptare con dicha porque será el comienzo de tu desenlace.
Aquella tarde en medio del bullicio de la ciudad, pude cruzar tu mirada al sentirla a la distancia, penoso, cambiaste la dirección, pero yo no deje de mirarte esperando que volvieras a buscarme, y ahí estabas, con tu abrigo gris, sentado como un caballero a la orilla de la fuente. Fue impactante tu sonrisa, tanto que lograste sonrojarme.
Aniquilando toda esperanza de que regresara tu encanto, empuñaste mi corazón y lo arrancaste de su lugar con tal horror que tuve miedo, miedo de permitirme otra noche, miedo que recorría los días de mi tormento, miedo de ti...

CONTINUARÁ...

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